Se trata de generar condiciones para que los argumentos de los programas y políticas públicas
emerjan desde la base misma, desde la vivencia cotidiana de la gente en relación a sus problemas y su demanda de solución. Esto, además de hacer pertinente la intervención, hace eficiente el uso de los recursos, genera una y sólo una carta de navegación, lo que deriva en lenguajes comunes.
Si la comunidad toma conciencia, genera consenso y logra establecer un mapa de prioridades
de las diferentes áreas temáticas de sus problemas,podrá demandar y controlar desde los diferentes agentes del Estado recursos y acciones atingentes para su solución.